Buenos Aires apunta a ser carbono neutral para el 2050. Por Eduardo Macchiavelli
Eficiencia energética, energías renovables, uso del transporte público, movilidad urbana y gestión de residuos, son acciones en las que estamos trabajando para disminuir las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera.
Desde la era industrial, el boom tecnológico ha ido creciendo a un ritmo vertiginoso que se potenció en el último siglo. Y la mayoría de las veces, ese crecimiento, fue de la mano con la contaminación. Recién en los últimos años, la agenda climática fue cobrando relevancia y hoy se impone fuerte a nivel global y local.
En el 2016, las naciones del mundo ratificaron un acuerdo global sobre cambio climático, el Acuerdo de París, comprometiéndose a esfuerzos ambiciosos para mantener el aumento de la temperatura media global muy por debajo de los 2°C por encima de los niveles preindustriales, y continuar los esfuerzos para limitar el aumento de la temperatura a 1,5°C. Con el Acuerdo de París se comprometieron también a aumentar la resiliencia de los países ante los impactos del cambio climático.
En el marco de la 23°Conferencia de las Partes (COP23 de la Convención Marco de la ONU sobre Cambio Climático (UNFCCC)) que se llevó a cabo en la ciudad alemana de Bonn, el compromiso de Buenos Aires de morigerar su impacto ambiental se fortaleció. Y junto a otras 23 ciudades (hoy ya son 73 las ciudades comprometidas) asumió el ambicioso compromiso de convertirse en una ciudad carbono neutral, resiliente e inclusiva para 2050.
Porque es en las grandes ciudades, según la Organización de las Naciones Unidas, donde se concentran el 54% de la población mundial, y se espera que para el 2050, ese porcentaje sea del 66%. A su vez, son las responsables del 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial. Por eso la importancia de la acciones que haga la ciudad de Buenos Aires hacia el cumplimiento de los objetivos nacionales presentados en París.
La iniciativa fue impulsada por la red C40, que nuclea a las principales ciudades del mundo que buscan reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero y su impacto sobre el cambio climático. Con lo que ser carbono neutral significa: que las emisiones de gases efecto invernadero expedidas al ambiente equivalgan a cero (lo que es cero es el balance, las emisiones netas, pero entran en juego además cuestiones como la compensación o el secuestro de carbono). El objetivo final sería no afectar la concentración natural de gases efecto invernadero que existe en la atmósfera.
Para cumplir con el objetivo, el C40, a través de su programa de Asistencia Técnica para la Planificación Climática, pone a disposición de la ciudad varios recursos: un asesor de ciudad, un grupo consultor, talleres, material, herramientas y constante acompañamiento técnico para alcanzar el objetivo. Para lo que la ciudad debe elaborar un plan. En el cual la neutralidad de carbono 2050 sea un requisito, pero no el único. El programa en general (para todas las ciudades alcanzadas por el mismo), consiste en tener un Plan de Acción Climática en línea con el Acuerdo de París para septiembre de 2020. Y Buenos Aires está trabajando para tenerlo. Ese es el compromiso que muchas ciudades firmaron, y Buenos Aires fue una de las primeras. El proceso tiene distintas etapas y la primera es la de la revisión estratégica.
Según un estudio del Centro Mc Kinsey, que se difundió en Bonn, los proyectos ofrecen oportunidades que deben centrarse en 4 áreas de acción: recambio energético y aumento de las renovables, trabajar en la movilidad sustentable, diseñar construcciones más eficientes y mejorar los sistemas de gestión de residuos. Además, los firmantes se comprometieron a esbozar cómo se abordará la implementación de las iniciativas y a apoyar al Grupo de Liderazgo Climático de Ciudades del C40 para alentar e inspirar otras ciudades a comprometerse con el Acuerdo de París.
Es por eso que para Buenos Aires, ser carbono neutral implica generar acciones que intenten disminuir la contaminación que genera, como primera medida. Compensarla sería un segundo paso y es a eso a lo que nos referimos cuando hablamos de neutralidad. La concentración de los gases de efecto invernadero ya provocó 1 grado de aumento de la temperatura promedio. Sin embargo, la ciudad de Buenos Aires es reconocida internacionalmente por su trabajo con inventarios y planteo de metas en la materia. El nivel de ambición que la Ciudad se planteó para el 2020 está en línea con la trayectoria indicativa hacia la neutralidad a 2050. Y seguimos trabajando para alcanzar la meta para el 2030.
De tal manera que, la Ciudad está asumiendo el compromiso de reducir y/o compensar su emisión de 13,1 millones de toneladas anuales de CO2, pasando de 6,7 millones en 2030 a 0 en 2050. Para ello, se requiere que crezca la matriz de energía renovable hasta el 80%; que crezca la eficiencia energética en edificios; que se desarrolle la movilidad sustentable (peatonalización, bicicleta), se reduzca el uso de automóviles y se reconvierta el transporte público a movilidad eléctrica; y que se reduzca a la mitad, cuanto menos, el envío de basura a relleno sanitarios.
En lo referido a energía, se desarrollaron diversos proyectos apuntados tanto a la eficiencia energética (reemplazo de semáforos tradicionales y luminarias del alumbrado público por LED, y el recambio de lámparas LED en las autopistas urbanas), como en energías renovables (instalaciones fotovoltaicas en distintos lugares de la Ciudad, como en edificios públicos y el Metrobus). En el sector de transporte y movilidad urbana los planes se basaron en la extensión de la traza del Metrobus, de la red de subtes, de ciclovías y bicisendas; y el trabajo que se realizó en la mejora y el ordenamiento del tránsito. Y sobre gestión de residuos, a través del Centro de Reciclado de la Ciudad y las medidas de separación en origen. A lo que sumamos la plantación de nuevos árboles.
La estrategia climática de la Ciudad comenzó a desarrollarse en 2010, seis años antes de firmar el acuerdo. Por lo que apuntamos a que cada proyecto y cada acción que llevamos adelante tengan un anclaje y una huella positiva en el ambiente. Creo que la ciudad de Buenos Aires tiene una muy buena oportunidad con este compromiso, no solo de erguirse como referente en el país, sino para demostrar la capacidad de los gobiernos locales en el cumplimiento de los compromisos nacionales. Para vivir en una ciudad sustentable, donde podamos encontrar un equilibrio entre sus ciudadanos y sus recursos naturales. Para morigerar su impacto ambiental y reducir sus emisiones hasta alcanzar la neutralidad en 2050.
Eduardo Macchiavelli Ministro de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad de Buenos Aires