Gabriela es jardinera Por Eduardo Macchiavelli
Coordina el trabajo de los voluntarios de jardinería del Jardín Botánico. “Trabajar con las plantas es como dar vida todos los días”, me dijo.
La foto que les muestro es de Gabriela, después de plantar el retoño, en el 2009. Ahora está un poco diferente. Más rubia. Pero igual de entusiasta. La encontré en el Botánico con ganas de hablar. Su nombre completo es Gabriela Cutrera. Es egresada de Floricultura y Jardinería de la Escuela Hall (Facultad de Agronomía), donde recibió su título de técnica, en los años 80.
Al principio de su carrera realizó trabajos esporádicos vinculados con su profesión y luego se ocupó de tareas más administrativas. Siempre asoció al paisajista con un trabajador independiente, me dijo. Hasta que ingresó al Jardín Botánico Carlos Thays en el 2008, luego de desempeñarse durante algunos años en otra área de Gobierno.
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Me dijo también, que cuando asumió Mauricio Macri como Jefe de Gobierno, una de las primera medidas que tomó fue la de reubicar a los profesionales que no estaban haciendo tareas acordes con sus saberes, en los puestos que tuvieran que ver con su oficio. Más bien me lo recordó. “Cuando me dieron la oportunidad de trabajar en el Jardín Botánico, no lo podía creer. Para mí, era como un “recreo”, me dijo.
Estuvo un tiempo corto en la recepción, hasta que pasó directamente al área de propagación. Estando allí, además de colaborar en el cuidado del área, le dieron la posibilidad de realizar una pasantía en el Instituto de Floricultura del INTA, en Castelar, quienes actualmente colaboran con material nativo para el Jardín Botánico, y no la desaprovechó.
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También pudo gestionar y participar en la plantación de un retoño de la higuera de la Casa Natal de Domingo Faustino Sarmiento, que se hizo, justamente, un 11 de septiembre. Ver ese retoño hecho un árbol en tan poco tiempo fue maravilloso para ella.
En la actualidad, le fueron asignadas otras tareas, en distintos sectores del parque, coordinando a un grupo de 30 voluntarios (jóvenes y mayores, hombres y mujeres) que van a trabajar gratuitamente al Jardín una o dos veces por semana. “Juntos embellecemos los distintos canteros que demandan atención”, me dijo.
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Me dijo también que siente que le debe algo al Jardín Botánico, y cuando se lo preguntan, contesta lo mismo. “Ser del grupo de privilegiados que disfrutamos de nuestro trabajo”. “Tener a cargo gente maravillosa como son los voluntarios, compartiendo trabajo, conocimientos y buena onda”. “Tener la posibilidad de seguir aprendiendo todos los días, de colegas, voluntarios y profesionales que nos visitan”.
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“Trabajar con las plantas es como dar vida todos los días”, me dijo. Y eso fue lo que más me quedó. “Ellas no pueden salir corriendo si algo no les gusta. Que estén bien depende de ponerlas en el lugar adecuado y darles exactamente lo que necesitan”. Como hicieron con ella, cuando la reubicaron en una tarea en el Jardín Botánico acorde a sus saberes. La foto que les muestro ahora es actual, junto a los voluntarios. La rubia del medio abajo es ella.
Eduardo Macchiavelli Ministro de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad de Buenos Aires
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