Huella ecológica. Por Eduardo Macchiavelli

Nos estamos consumiendo el planeta. Es importante que cada uno de nosotros empecemos a medir nuestra propia huella.

Eduardo Macchiavelli
5 min readApr 5, 2019

Se considera huella ecológica a la demanda de recursos biológicos globales (activos y servicios ambientales) que produce en el año calendario, el planeta. Hoy, nuestra huella ecológica supera la capacidad del planeta para regenerar lo que consumimos. En la actualidad, necesitamos un planeta y medio para abastecer las necesidades de consumo de la humanidad. Si mantenemos esta tendencia, necesitaremos al menos 3 planetas para abastecernos en 2050. El pronóstico no es alentador. La huella ecológica es un indicador del impacto ambiental y mide la cantidad de tierra y agua biológicamente productivas que un individuo, una región, toda la humanidad, o determinada actividad humana requiere para producir los recursos que consume y absorber los desechos que genera, de acuerdo a su modo de vida, de forma indefinida, y compara esta medida con cuánta área de tierra y mar está disponible.

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La tierra y el agua biológicamente producidas incluyen el área que 1) satisface las demandas humanas de comida, fibras, madera, energía y espacio para infraestructura y 2) absorbe los productos de desecho de la economía humana. Áreas biológicamente productivas incluyen tierras de cultivo, bosques y áreas de pesca, y no incluyen desiertos, glaciares y el mar abierto.

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Los estándares actuales de la huella ecológica utilizan hectáreas globales como una unidad de medida –lo que hace que los datos y los resultados sean globalmente comparables. Las huellas ecológicas pueden ser calculadas para individuos, grupos de personas (como un país por ejemplo) y actividades (como la fabricación de un producto). La huella ecológica de una persona se calcula considerando todos los materiales biológicos consumidos y todos los desechos biológicos generados por esa persona en un determinado año. Todos estos materiales y desechos son luego traducidos individualmente a un equivalente de hectáreas globales.

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El objetivo fundamental de calcularlas, consiste en evaluar el impacto sobre el planeta de un determinado modo o forma de vida y compararlo con la biocapacidad del planeta. Se trata, pues, de un indicador clave para la sostenibilidad. La ventaja de medir la huella ecológica para entender la apropiación humana está en aprovechar la habilidad para hacer comparaciones. Es posible comparar, por ejemplo, las emisiones producidas al transportar un bien en particular con la energía requerida para el producto sobre la misma escala (hectáreas). El cálculo de la huella ecológica es complejo, pero si por ejemplo, tenés pensado hacer tus viajes en bici o caminando podés calcular tu ahorro de emisiones de dióxido de carbono (CO2), los beneficios para tu salud y tu economía comparados con los medios de transporte que usás ahora. Una forma es entrando a: https://www.buenosaires.gob.ar/ecobici/huellaecologica para saberlo.

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De la comparación se deduce que si la huella ecológica es mayor que la biocapacidad, se genera un “déficit ecológico”. Esto determina que tal exceso de consumo significa que estamos utilizando recursos que no son propios ya entre regiones o se los estamos quitando a las generaciones futuras. Es importante que cada uno de nosotros empecemos a pensar en estos términos y a medir nuestra propia huella ecológica, para tender a reducir el déficit de demanda lo mayor posible.

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Para ello es importante pensar nuevas formas de consumo y hábitos de comportamiento y generar de alguna manera sistemas de compensación de esa demanda, plantando árboles o colaborando con forestaciones y protección de ecosistemas. Creando nuevos espacios verdes; practicando el compostaje y el reciclaje, incluso de electrodomésticos en desuso y aceite vegetal usado; colocando paneles solares; utilizando energías alternativas; recambiando a LED el alumbrado; utilizando bicisendas; compartiendo el auto, usando el transporte público, caminado o usando bicicleta; no utilizando bolsas plásticas para hacer las compras; recuperando los residuos; y llevando los reciclables a los puntos verdes, son algunas de sus formas.

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¿Qué podemos hacer? 1) Proteger el capital natural: aumentar las áreas protegidas, detener la pérdida de hábitats prioritarios, y restaurar los ecosistemas dañados. 2) Producir mejor: reducir los insumos y desechos, gestionar los recursos de forma sostenible, y aumentar la producción de energía renovable. 3) Consumir de forma responsable: cambiar los modos de consumo energético, promover patrones de consumo saludables, y alcanzar un estilo de vida de baja huella ecológica. 4) Reorientar los flujos financieros: poner en valor a la naturaleza, contabilizar los costos ambientales y sociales, y apoyar la conservación, y la gestión sostenible de los recursos y la innovación. 5) Gobernanza equitativa de los recursos: compartir los recursos disponibles, escoger las opciones justas y ecológicas, medir los logros más allá del PBI, y tomar decisiones que mejoren el ambiente.

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Para conservar la naturaleza, promover el uso sustentable de los recursos naturales y adoptar una conducta responsable en un contexto de cambio climático. Porque la huella ecológica está en todas partes. Falta que midas la tuya y te vas a dar cuenta.

Eduardo Macchiavelli Ministro de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad de Buenos Aires

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Written by Eduardo Macchiavelli

Secretario de Asuntos Estratégicos de la Ciudad de Buenos Aires y Secretario General de PRO Nacional.

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