La huella ambiental. Por Eduardo Macchiavelli
Todos los días nuestras acciones repercuten positiva o negativamente en la salud del planeta.
Toda actividad humana tiene impacto ambiental. La basura que generamos, el automóvil que utilizamos, la energía eléctrica que consumimos –en tanto no sea generada por fuentes renovables-, el carbón y el gas que quemamos, mucho de lo que hacemos genera emisiones de gases de efecto invernadero, con su respectivo impacto sobre el calentamiento global. Por lo que todos los días nuestras acciones repercuten positiva o negativamente en la salud del planeta. Podemos decir que nuestra propia “huella de carbono” nos sigue a diario y que está en nuestras manos tomar las decisiones adecuadas para reducirla de acá en más.
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Podemos decirlo, pero mejor es hacerlo. Cuando reciclamos en lugar de “tirar” papel, cartón, vidrio o plástico; cuando decidimos caminar unas cuadras o usar la bicicleta en lugar de sacar el auto; cuando hacemos un uso racional de la energía reduciendo su consumo, cuando tomamos estas decisiones que parecen pequeñas, pero que son grandes multiplicadores de conductas sustentables, estamos mejorando nuestra huella ambiental.
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Una de las cuestiones que se tienen en cuenta a la hora de medir la huella ambiental es la huella de carbono, que es ni más ni menos que las emisiones de dióxido de carbono que genera cada persona en su vida diaria. Esto incluye, como les decía, el tipo de transporte que utiliza, la cantidad de energía que demanda y los productos y servicios que consume, entre otras cuestiones. En la Argentina es de alrededor de 6 toneladas de dióxido de carbono por argentino por año. En Estados Unidos es de aproximadamente 20 toneladas por habitante y en el Reino Unido, entre 10 y 11 toneladas. Por supuesto que tiene que ver con los estilos de vida, pero también influye cómo se genera la energía. Aquí la matriz es mucho más limpia, lo que nos permite aún ilusionarnos más.
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En la Argentina, el 85% de la energía se genera a partir de combustibles fósiles como el petróleo y el carbón, el 5% corresponde a energía hidráulica y apenas el 3% a energía nuclear. Si estos datos los traspolamos a la ciudad de Buenos Aires, la huella de carbono aún es más baja. Según datos, de nuestra Agencia de Protección Ambiental, cada habitante genera por año 5,4 toneladas de dióxido de carbono, como figura en el inventario de emisiones que generan el calentamiento global, realizado por la Ciudad.
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Según este inventario, de las emisiones totales de gases efecto invernadero de la ciudad, un 57% corresponde al sector energía. Por eso trabajar en eficiencia energética es nuestra prioridad. En la ciudad de Buenos Aires, hemos asumido el desafío de transformarnos en ciudad carbono-neutral en 2050. Por ello estamos reconvirtiendo el 100% del alumbrado público a tecnología LED y vamos a distribuir cinco millones de lámparas de la misma tecnología entre los vecinos, para a ayudarlos a que reduzcan su consumo de energía. Y seguiremos comprometiéndonos cada vez más con las políticas de Estado que nos llevan a incrementar el reciclado y la economía circular.
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Como cada uno de nosotros puede hacer un aporte para reducir su huella de carbono y la de todos. Cuando no utilizamos un electrodoméstico (TV, microondas, equipos de audio, PC) y lo apagamos, en lugar de dejarlo en stand by, del mismo modo que los cargadores de celulares. Cuando utilizamos los programas de baja temperatura al conectar lavarropas o lavavajillas, y usar su capacidad al máximo para cada lavado. Cuando utilizamos lámparas de bajo consumo (desde el 1 de junio de 2011 está prohibida la venta y comercialización de lámparas incandescentes en toda la Argentina, según lo establece una ley nacional). Cuando compramos un nuevo electrodoméstico que tiene pegada la etiqueta de eficiencia energética (siempre es mejor elegir los de categoría A). Cuando utilizamos el transporte público en lugar del auto, o incorporamos la bicicleta para movernos en la ciudad. Otro punto a tener en cuenta es el mantenimiento de las temperaturas en los lugares cerrados. A la hora de calefaccionar un lugar es importante evitar pérdidas de calor y al enfriarlo también es importante la aislación. Para hacer un uso eficiente del aire acondicionado, utilizarlo a 24°C.
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Seguramente que, con un compromiso creciente, mejorar nuestra huella ecológica y ser carbono-neutral en 2050, lo podremos lograr. En suma, el cuidado del ambiente exige un cambio de acciones que trae aparejado un cambio cultural. ¿Cuál es tu huella ambiental?
Eduardo Macchiavelli Ministro de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad de Buenos Aires