Todos al Obelisco Por Eduardo Macchiavelli
Periodistas y vecinos subieron para contarlo.
Podría empezar la crónica diciendo que el Obelisco acaba de cumplir 81 años, y que tras ganar un concurso que organizamos desde el Gobierno de la Ciudad, 81 vecinos –uno por cada año cumplido- subieron hasta la cúpula para festejar su cumpleaños. Que fueron elegidos entre 21.143 personas que participaron de un sorteo por facebook, desde la plataforma de Participación Ciudadana, y que la convocatoria, al igual que el año pasado cuando fueron 80 los vecinos que subieron por sus 80 años, fue un éxito.
Podría seguir la crónica diciendo que primero te ponen los arneses ajustados al cuerpo, en principio de la cintura para abajo, después la parte de arriba; enseguida te calzan un casco de protección al estilo del que usan los mineros e inmediatamente después los guantes de trabajo típicos, y alguna que otra recomendación adicional.
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Después te enganchan a una soga y bajo la supervisión de personal de Defensa Civil y el SAME ya estás preparado para la gran aventura de subir por una escalera de hierro vertical al Obelisco, tal como lo contó Mario Markic por TN.
O dejarme llevar por la transmisión de radio que hizo Facundo Pastor para el cierre de su programa Jaque Mate. “Una mano, un pie, la otra mano, el otro pie”. Así subió los 206 peldaños para llegar a la cima. “La clave para evitar el vértigo es no mirar hacia arriba ni hacia abajo”, aconsejó luego. “Hay que estar preparado físicamente para hacerlo”, dijo, ya que el empinado ascenso se extiende a largo de sus 67,5 metros de altura.
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O escuchar atentamente el móvil de Federico Wiemeyer, para Telenoche, que antes de subir al Obelisco dijo: “Es el símbolo máximo de la Ciudad de Buenos Aires, acaso de la República Argentina. Quien pasa por nuestro país y no se detiene al menos para mirar, un rato, acá, en la 9 de Julio y en Av. Corrientes, al Obelisco. Fue inaugurado en 1936, de estilo egipcio; pues bien, está cumpliendo 81 años y ha decidido para su cumpleaños regalarle a muchos porteños y no, y periodistas, como es mi caso, algo que muchos desean y sueñan. ¿Te imaginaste alguna vez subir al Obelisco? ¿Cómo será ver la Ciudad desde ahí arriba? Con el drone vamos a subir. ¿Se puede subir al Obelisco?”. Sí, y a partir de junio próximo 30 vecinos de la Ciudad de Buenos Aires van a poder hacerlo todos los meses, para que ninguno que quiera subir se quede afuera.
Podría terminar la crónica compartiendo los comentarios que los propios vecinos hicieron. Y estaría muy bien. “Fue una emoción tremenda ver los cuatro puntos de la ciudad de Buenos Aires desde semejante altura, y no te dan los ojos para verlo todo”, dijo Emi Hurtz, primera vecina en “hacer cumbre” el año pasado. Y Nicolás Todoli, al que siempre le había llamado la atención este monumento de piedra que se erige, en pleno centro porteño. “Hasta se llegó a decir que dentro de él vivía una persona”, afirmó entre risas. Era uno de los primeros vecinos que tenía turno para subir esta vez, y sacarse cualquier duda. Cuando ingresó al pie del Obelisco, su mirada se posó sobre la escalera que lo llevaría a la cima. Hizo lo mismo que hacen todos los que por primera vez entran al lugar: recorrió con la vista la hilera de peldaños que parecía no tener fin. Pero la escalera metálica vertical, que obliga a apoyarse con las manos, es amigable. Cada seis metros, apróximadamente, hay una plataforma de concreto donde se puede descansar y tomar aire.
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Pero faltaría completar la mía o la de Patricia o María. Decorado con globos y cintas celestes y blancas, el Obelisco recibió a 81 vecinos. ¡Es espectacular! Fueron las palabras que encontró Patricia Tapia para definir lo que sentía, tras ascender hasta el último peldaño, y tener desde allí una vista privilegiada. Apenas había comenzado la escalada, la mujer, de 39 años, había mirado hacia quienes quedaban aguardando su turno: se sentía nerviosa y muy excitada. Finalmente, la “aventura” había salido aún mejor de lo que esperaba y en su cara había una gran sonrisa. Una expresión similar tenía María Julia Briante apenas terminó la visita. Pidió una botella de agua, se quitó el arnés y el casco de seguridad y se sentó: “Es genial. Al principio me preguntaba qué hago acá, pero ahora estoy chocha. ¡Me filmé todo!”. La mujer había logrado vencer su miedo a las alturas.
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Para que pasen cosas como éstas es que hicimos la convocatoria, me dije, y desde mi ministerio, las seguiremos haciendo; y para esto es que el año pasado lo pusimos en valor, los trabajos de restauración que hicimos incluyeron: la limpieza interna y externa, la pintura de las cuatro fachadas –con la aplicación de un material antigraffiti-, la reparación de la iluminación interna y la instalación del nuevo sistema de luminarias LED. Se instalaron proyectores que permiten cambiarle el color, y esa sensación contenida de chicos que vuelve, como la de Mario, de Facundo, de Federico, de Emi, de Nicolás, de Patricia, de María, la mía. De ver la Ciudad desde las cuatro ventanas y mirar todo desde arriba.
Eduardo Macchiavelli Ministro de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad de Buenos Aires