Un discurso que dejó mucho que desear.
En la mañana de hoy, primero de marzo, los argentinos pudimos presenciar el país que ya no queremos tener. El presidente Alberto Fernández inauguró la 141° sesiones ordinarias del Congreso de la Nación, en un contexto de inocultable ruptura interna, desgobierno y altísima desaprobación a un gobierno que logró desafiar hasta las más básicas leyes de la física: está terminando algo que nunca empezó.
El presidente encabezó una vez más un discurso mentiroso, fabulador y profundamente antirrepublicano.
Mentiroso, porque cuando se refirió al fallo de la Corte Suprema que obligó al gobierno nacional a devolverle los fondos a los vecinos de la ciudad, sostuvo que esta decisión perjudicó al resto de las provincias. Esto no es así y él lo sabe pero parece ser que entre sus prioridades no están defender los valores del federalismo ni menos aún respetar un fallo de la justicia. Su objetivo es enfrentar a argentinos contra argentinos, poniendo a los vecinos de la ciudad en una supuesta posición de acomodo y, en palabras del mismísimo presidente, opulencia.
Fabulador, porque empezando el último año de su gestión, con 100% de inflación anual, 18 millones de argentinos bajo la línea de pobreza y 2 de cada 3 niños viviendo en hogares con ingresos insuficientes, el presidente destaca inexistentes logros de gestión y apunta a los enemigos de siempre de los gobiernos antidemocráticos: la justicia y los medios de comunicación.
Antirrepublicano, porque como lo ha demostrado con el juicio político a la Corte Suprema -luego del fallo por la coparticipación-, parece ser que su palabra está por sobre las instituciones democráticas y solo busca desacreditar al máximo tribunal del país.
El discurso de esta mañana -y el día a día cada vez más asfixiantes que debemos afrontar los argentinos- es la muestra de una dirigencia que sólo se ocupa de sus causas judiciales y que, lamentablemente, no tiene intención de proyectar una Argentina próspera.
Estamos ante la gran oportunidad de dejar este día en los libros de historia y plantar las bases para una nación democrática, libre y que logre explotar todo su potencial y el de su población. Espero de todo corazón que a partir del 10 de diciembre podamos estar escribiendo el guión de nuestro futuro.